lunes, 28 de abril de 2014

Presentación del libro: La Constitución de 1921: La verdadera Constitución progresista"

"Cuando Santa Fe tuvo una Constitución avanzada"

La Constitución de Santa Fe de 1921 es considerada una Carta Magna progresista por lo novedoso de su texto, que incluía la separación de la Iglesia del Estado, los derechos laborales, un régimen tributario progresivo, la autonomía municipal, el voto femenino y hasta la división de los latifundios y la entrega de tierras a los colonos.
Los constitucionalistas Oscar Blando y Oscar Defante retoman estos debates en el libro "La Constitución de 1921. La verdadera Constitución progresista de Santa Fe", obra con la que procuran sumar al debate de la reforma de la Carta Magna en la provincia.
"Esta Constitución es considerada progresista dentro de lo que se llamó el constitucionalismo social, ya que por esos años Santa Fe impuso una serie de reformas novedosas y, para algunos, revolucionarias para el país. Una de ellas fue el tema de la neutralidad religiosa, la separación de la Iglesia del Estado, proponiendo un Estado laico, motivo por el cual no fue puesta en vigencia. Además, los derechos sociales, que tienen que ver con el régimen tributario progresivo y con el régimen de trabajo, esboza una reforma agraria al proponer dividir los latifundios, entregárselos a los colonos a pagar en cuotas", indicó Blando.
Para Defante no queda ninguna duda de que "el enemigo principal fue la Iglesia" Católica, y recordó que las crónicas de esa época de los diarios LaCapital y El Litoral "apuntaban al obispo Boneo". Además, queda claro que "se discutía poder, y hubo sectores que no estaban interesados en dar ese debate".
En comparación con otras constituciones, como la del 49 o la actual, del 84, Blando sostuvo en cuanto a los derechos consagrados que la Constitución del 21 que "fueron adelantos de esos derechos, pero no solo el orden social, sino también los que tienen que ver con la política, como la autonomía municipal que consagra esta Constitución, y también incluye el voto femenino y la posibilidad de que las mujeres sean electas en cargos locales".
En ese sentido, Defante consideró esta cuestión como "el tema de fondo", y explicó que se trata de "un tema que sigue siendo no resuelto" en la política santafesina, y se aventuró a pensar cómo habrían sido esos municipios de haber podido decidir sus cartas orgánicas y manejar sus propios fondos.
Blando agregó que "el tema de la autonomía no es un problema legal, es un problema político; la autonomía significa descentralización, que centralidad política tiene que reconocer poderes y, entre otros, los poderes financieros de recursos. Por lo tanto, en 1921 o 1994 o en 2014 este sigue siendo un problema, porque hay muchos que hablan de la autonomía municipal pero no están dispuestos a ceder poder. Lo mismo con algunas cosas de la vieja política, porque esa Constitución reconocía los derechos electorales de las minorías dentro de los cuerpos colegiados".
Idas y vueltas.Esta Constitución, que fue desconocida por un decreto del entonces gobernador radical Enrique Mosca, va a ser puesta en vigencia en el gobierno del demoprogresista Luciano Molinas, en 1932, y derogada por la intervención federal a Santa Fe del año 1935.
En esos tres años de vigencia las ciudades de Rosario y Santa Fe, autónomas de acuerdo a esa Constitución, alcanzan a dictar sus cartas orgánicas.
"Esta Constitución, además, establecía las formas semidirectas de representación, referéndum, plebiscito y revocatoria de mandato, que recién va a retomar la Constitución nacional de 1994", remarcó Blando.
En cuanto a los motivos por los cuales Santa Fe no pudo modificar su Constitución en 30 años de democracia, Defante tiene su explicación: "Más allá de que debo admitir que la burocracia santafesina es eficiente, y eso quedó demostrado en las últimas crisis económicas del país, es cierto que todos los ministros de Economía, desde (el actual Angel) Sciara para atrás, siempre pensaron en la caja única, donde todos tienen que venir al pie, mientras que la decentralización municipal en las áreas financieras y administrativas signica que los intendentes tengan su dinero que surja de otra estructura".
"Yo siempre fui reformista", admitió Blanco, quien sostuvo que "la especulación política primó sobre otras cuestiones, porque si hablamos con lealtad todos los sectores políticos admiten la necesidad de la reforma, y sin dudas los aspectos acuciantes, como el tema de seguridad y pobreza puede plasmarse en un debate público sobre cláusulas constitucionales muy importantes. La reforma no tiene que ser pensada para los políticos sino para la sociedad; por qué no podemos preguntarles a las instituciones de la sociedad civil qué reformas incorporaría de aquí a 20 años, y lo pienso desde los sectores minoritarios, como diversidad sexual, medio ambiente, la tierra, el agua como derecho humano fundamental. Por eso, reivindicar esta Constitución del 21 es reivindicar políticas y proyectos de provincia".



"Un aporte a la historia y al debate"

En 1921, durante la gestión del gobernador radical Enrique Mosca, la provincia de Santa Fe aprobó una Constitución de avanzada, con institutos que en algunos casos se adelantaron en varios lustros al resto del país, y otros que todavía hoy se discuten como profundas innovaciones. Sin embargo, ese texto no fue puesto en vigencia oportunamente, y recién tuvo su oportunidad una década más tarde, hasta que una intervención federal por motivos espurios le puso fin.
El sorprendente antecedente institucional quedó semioculto en la memoria colectiva, y sepultado en antiguos archivos, sin estar siquiera disponible para la consulta de estudiosos, historiadores, políticos o meros curiosos. Pero eso, acaba de cambiar con la edición de “La Constitución de 1921. La verdadera Constitución progresista de Santa Fe”, de Oscar Blando y Oscar Defante. Sobre el impacto histórico de aquel texto y de esta obra, y la trascendencia actual de ambos, El Litoral dialogó con Blando, investigador y docente universitario, ex diputado provincial latorrista y actual director de Reforma Política y Constitucional del Ministerio de Gobierno de la provincia.
—La obra ya llama la atención desde su mismo título, cuando habla de la verdadera Constitución “progresista” de Santa Fe, de 1921.
—Dos cuestiones tiene el título. Por empezar, hay un libro de 1932, con prólogo de Lisandro de la Torre, del que yo incluyo una parte sustancial, que es la tesis doctoral de una persona de Rosario (Napoleón Pérez), que se llamó “La verdadera Constitución de Santa Fe”. Yo juego con ese título y le agrego “progresista” porque esa Constitución, de 1921, se inserta en lo que se llamó el constitucionalismo social en el mundo, con la de México en 1917 y la de Weimar (Alemania) en 1919. Esa impronta es una de las características principales. Por un lado, con la incorporación de los derechos sociales, del trabajador y demás. Pero además, lo que significaba en términos de régimen económico y tributario; es decir, progresividad, exención a los artículos de primera necesidad, y un esbozo de reforma agraria (división de los latifundios, entrega a los arrendatarios para que puedan comprar a largo plazo las tierras que trabajaban). Es decir, hay varios temas fuertes de constitucionalismo social, que después van a ser eje de los estados sociales, del estado de bienestar.
—También fue profundamente innovadora en materia de política institucional...
—En lo político significó algo muy importante, porque incluye entre otras cosas la autonomía municipal, que todavía hoy no tenemos. Ya estaban las formas semidirectas de democracia: referéndum, plebiscito y revocatoria. El derecho de los extranjeros y las mujeres a votar. Una fuerte tendencia a la descentralización del poder; un tema que tal vez explica por qué hoy todavía no la tenemos. Y es progresista porque es la única Constitución que propone un Estado laico. La disputa de supremacía entre el Estado y la Iglesia fue en la Edad Media. La modernidad es la secularización del Estado. Y esta Constitución produce esa separación. También crea el principio de inamovilidad de los jueces, que hasta entonces el gobernador podía sacar y poner. La educación común, integral y laica, aparece como otra impronta.
—Un quiebre importante frente a lo que imperaba en la época.
—Esta Constitución generó muchas discusiones, como explica en el libro el Dr. Gustavo Vittori. Los convencionales electos en 1920 tenían mayoría radical y minoría demócrata progresista. Lo que ocurre es que la Convención se instala, avanza y no cumple el plazo que la propia ley de creación establece. Se excede. Pero por unanimidad, establece una prórroga. Aun así, ése fue el argumento legal que se utilizó para desconocer esta Constitución. Pero en el fondo era el problema religioso: el presidente Hipólito Yrigoyen mandó, a través del Ministerio del Interior, una especie de recomendación al gobernador Mosca. El desconocimiento por decreto de esa Constitución provoca un problema en el radicalismo, que había aceptado esta reforma, y también en la línea del diario El Litoral.
—¿Cómo fue esto?
—El Litoral, por un lado su convencional Salvador Caputto, y por el otro con su línea editorial, apoyaba fuertemente estas reformas, y se planteaba una situación muy difícil. Lo mismo ocurría con La Capital. Estas cosas las contamos en el libro, y las apoyamos con artículos de la época, que lo reflejan muy claramente. Hubo un debate muy interesante, y la Constitución recién se pone en vigencia en el año ‘32, con la gobernación de Luciano Molinas, en esa alianza demócrata-socialista; que perdió a nivel nacional por el fraude, pero que en Santa Fe gana. La película termina, lamentablemente para las instituciones de Santa Fe, con una intervención federal. La sucesión del presidente Agustín Justo peligraba, porque tenía varios colegios electorales en contra, entre ellos el de Santa Fe. Entonces intervie-
ne la provincia -algo que por entonces era una especie de deporte nacional- con el argumento, otra vez, de la Constitución nula, que había sido puesta en vigencia por el gobierno de Molinas. Con eso, vuelve a caer la Constitución y se vuelve a la de 1900, hasta la convención de 1962 en que se establece el texto hoy vigente.
—¿Qué lectura hace de este proceso, en perspectiva histórica?
—Me parece que tenemos que aprender de que no nos fue bien cuando despreciamos las instituciones democráticas, cuando la violencia política se instauró, mucho antes de los ‘70 -en el ‘35 fue cuando asesinaron en el Senado a Enzo Bordabehere-, cuando la corrupción, el desprecio por las instituciones, el fraude, fueron el signo de una época. Y también es importante por qué este libro sale ahora. Yo tengo un pasado latorrista, pero también estoy en la Dirección General de Reforma Política y Constitucional de la provincia y el gobierno ha iniciado un diálogo para la reforma constitucional. Entonces, éste es un antecedente fundamental, porque no está en las bibliotecas, no está en Internet. Tuve la suerte de que me consiguieran el original, que está en los archivos de la Legislatura. Lo demás fue rastrear fotos, documentos y publicaciones de la época. La verdad es que fue algo apasionante, y que no estaba en ningún lado. Creo que es algo que puede servir mucho para entender cosas que pasaron en Santa Fe, y también para muchas discusiones que todavía no están cerradas.

La obra incluye el texto completo de la Constitución de 1921 y una parte sustancial de “La verdadera Constitución de Santa Fe”, del Dr. Napoleón Pérez, con prólogo de Lisandro de la Torre. Incluye un recorrido por la historia institucional de la provincia a cargo de Rubén Galassi, y ensayos del historiador Miguel Marcó y el periodista y escritor Gustavo Vittori, integrante del directorio de El Litoral, además de fotos de época y facsímiles documentales. Se presentará mañana en la Universidad de Rosario y el miércoles, a las 19, en la Sala del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales - UNL.



"Una auténtica Constitución progresista y laica"

La Constitución santafesina de 1921 fue invisibilizada: no se encuentra en los anaqueles de las bibliotecas ni en las librerías, tampoco está accesible en los modernos formatos comunicacionales ni figura -como asegura Miguel A. De Marco (h)- en la Historia de las Instituciones de la Provincia de Santa Fe en el tomo relacionado con Documentos, Tratados, Convenciones y Constituciones.
Quizá por ello pocos recuerdan que esa Constitución no pudo ponerse en vigencia en 1921 pese a la unánime sanción de los constituyentes electos por el voto popular porque fue desconocida por un simple decreto de un Gobernador; y también tal vez pocos se acuerden que el honesto y progresista gobierno de Luciano Molinas, entre 1932 y 1935, la puso en vigencia y, como señala Felipe Pigna, comenzó a aplicar, bajo ese marco constitucional, políticas keynesianas un año antes que Roosvelt lo hiciera a través del New Deal en Estados Unidos.
En efecto, la Constitución de 1921 es reconocida como una de las reformas más progresistas de su época en la Argentina, avanzada en Latinoamérica y adscripta al constitucionalismo social como lo fueron la Constitución de México de 1917 y la de Weimar de 1919. Consagró, antes que en la Nación, los derechos de los trabajadores y de los más necesitados y garantizó la estabilidad del empleado público. Estableció las Bases de un Régimen Económico y del Trabajo de vanguardia: fijaba la jornada máxima de labor y el salario mínimo; destinaba una parte de la renta fiscal para la construcción de casas para obreros.
Por primera vez en la historia de la Provincia esa Constitución propuso un estado laico con neutralidad religiosa del Estado pero con garantía y respeto por la libre profesión de todos los cultos. Como diría Lisandro de la Torre, el gran impulsor de ese texto: esa Constitución seguiría la tradición de reformas laicas introducidas en la Nación: la secularización de los cementerios, el registro civil, el matrimonio civil, la enseñanza laica.
Ese Carta constitucional consagró, lo que para afrenta de los santafesinos, aún no hemos logrado: la autonomía municipal, y en 1933, Santa Fe y Rosario dictaron sus propias cartas orgánicas, y reconoció más de 70 años antes que en la Nación.
Porque es parte de la mejor tradición institucional santafesina de raigambre democrática y progresista, deberá tenerse presente cuando más temprano que tarde reformemos y actualicemos nuestra actual Constitución de 1962.

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