jueves, 12 de diciembre de 2013

Manuel Blando, un hombre decente

Por Jorge Salum/Diario La Capital de Rosario

El sábado 7 de diciembre murió en Rosario el abogado, docente y dirigente político Manuel F. Blando. Excepto para sus familiares y amigos más cercanos, su deceso pasó desapercibido, un poco porque la atención de los medios estaba centrada en el conflicto policial y la tensión social y otro poco porque los principales episodios de la vida de ese hombre extraordinario ocurrieron hace mucho tiempo. Y el paso del tiempo, ya se sabe, a veces es injusto con quienes merecerían que los despidiéramos de otra manera.
Manuel Blando dedicó su vida a la militancia política y en favor de los derechos humanos. En 1984 esa larga y reconocida trayectoria se coronó con su designación como presidente de la delegación Santa Fe de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep). Junto a los otros miembros de esa comisión le tocó un trabajo tan penoso como arduo, pero su contribución a la búsqueda de la verdad dejó una huella entre muchos de los que lo conocieron por entonces y también marcó su propio carácter por el resto de sus días.
Paradójicamente, su muerte se produjo cuando se cumplen 30 años de la recuperación de la democracia, el hito histórico que, entre otras cosas, permitió la creación de la Conadep, el juicio a la junta militar que derrocó al gobierno de Isabel Perón en 1976 y tantos otros acontecimientos vinculados a la condena del terrorismo de Estado y la reivindicación de los derechos humanos.
Escribo sobre Manuel con datos que me aporta su hijo Oscar, militante y dirigente político como su padre y actual Director de Reforma Política y Constitucional del gobierno de Santa Fe. En representación del Partido Demócrata Progresista, fue concejal de Rosario y diputado provincial. Como si fuese una mueca triste de la historia, en ambas ocasiones su mandato fue truncado por los golpes de estado de 1966 y 1976.
Luego, durante el proceso militar, junto a otros dirigentes como Ricardo Molinas fundó el Movimiento Latorrista, línea interna de la democracia progresista disidente de la conducción oficial. En 1989, como muchos de sus correligionarios, renunció al PDP cuando esa agrupación política formalizó una alianza con la UCeDé.
Manuel fue profesor de Historia Argentina e Instrucción de Cívica en la entonces Escuela Industrial (el actual Instituto Politécnico General San Martín dependiente de la Universidad Nacional de Rosario). Allí, como le gustaba recordar, fue docente de Roberto Fontanarrosa. También integró en representación de los egresados la primera comisión directiva de la Escuela de Derecho de Rosario, antecedente inmediato de la Facultad de Derecho de la UNR.
Además participó activamente de la vida gremial del Colegio de Abogados de Rosario. Fue crítico tenaz de la intervención Saráchaga al Poder Judicial en 1969 durante el gobierno de Onganía, y luego fue cofundador con otros abogados del Movimiento Solidaridad Forense. En varias ocasiones fue miembro del Tribunal de Ética de ese colegio. Me cuenta Oscar que además, entre sus amplias actividades, fue crítico de cine y escribió durante muchos años numerosos artículos en las columnas de opinión del La Capital.
En su libro "Derecho y Política", Oscar escribe una dedicatoria que resume su percepción de hijo, que es también la de todos los que lo conocieron. Allí dice: "A Manuel F. Blando, que me enseñó, entre muchas cosas, que se puede transitar por la vida (y por la política) decentemente".
Un dato habla muy bien de su decencia: es uno de los escasos legisladores provinciales que no se jubiló como diputado y no percibía un haber de privilegio. Muy por el contrario, cobraba dos modestas jubilaciones como docente y abogado.
Conocí a Manuel Blando en 1989 en el Colegio de Abogados y compartí con él unos cuántos momentos enriquecedores. Lo recordaré siempre con la misma percepción de Oscar y tantos otros: era un hombre que transitaba por la vida (y por la política) decentemente".


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