El Gobierno Nacional, que recibió un rechazo a su proyecto de reforma electoral en el Senado, tiene sin embargo, una oportunidad de avanzar con una propuesta superadora si hay convicción en la necesidad de cambio en esta materia.
El proyecto de reforma electoral oficial se circunscribió a la modificación del sistema de votación: archivó la idea de la “unificación” de las elecciones ya que así planteada era constitucionalmente inviable en un país federal, y postergó el tema de un nuevo diseño de organismo electoral. Quedaba la boleta/voto electrónico (Nota al pie: eludo deliberadamente el debate sobre la denominación de la marca “boleta única electrónica” o voto electrónico ya que no hace al objeto de este artículo)
Lo cierto
entonces es que el Gobierno limitó su principal propuesta en
implantar la boleta/voto electrónico. Pero más aún: se opuso a
debatir cualquier otra opción.
Y se equivocó.
Porque el dilema no era ni es, boletas múltiples (partidarias o
“sábana”) o boleta/voto electrónico. La verdadera y progresista
opción era y es: boletas múltiples o boleta única. La obsesiva
postura oficial que algunos llamaron “capricho”, no permitió
concretar otras cuestiones que son importantes y que contenía
-incluso con los aportes de la oposición- el proyecto frustrado,
como la eliminación de las colectoras o el tratamiento la paridad de
género.
El Gobierno
confundió el mayoritario apoyo de abandonar las boletas múltiples
con un supuesto apoyo a la boleta/voto electrónico: Fui testigo
acompañando al Ministro de Gobierno de Santa Fe, Pablo Farías y
luego cuando se me convocó como académico a la Cámara de
Diputados, o cuando opinaron especialistas informáticos y
universitarios, que nunca hubo apoyo irrestricto a la boleta/voto
electrónico pero si hubo un abrumador consenso en dejar atrás las
boletas múltiples.
El paso en
falso tuvo una consecuencia política agravada: en apariencia
abroqueló a quienes sinceramente discutíamos un modelo de votación
superador como la boleta única de papel con los que efectivamente
defienden un sistema que no es transparente ni equitativo en la
competencia electoral, que favorece trampas y es funcional a
petrificar la “cancha inclinada” como ocurre en muchas
provincias.
Digo que en apariencia abroqueló a la oposición porque, desde Santa Fe, no declamamos la eliminación de las boletas múltiples sino que las abandonamos, como antes dejamos atrás la ley de lemas derogada durante el Gobierno de Jorge Obeid e incorporamos las PASO antes que en la Nación. Y en el 2011 durante el Gobierno de Hermes Binner implementamos por primera vez en el país, la boleta única de sufragio.
En Santa Fe ya cambiamos. Y no defendemos los acoples ni las colectoras ni los lemas ni las reelecciones indefinidas. Tampoco nos negamos a utilizar cierta tecnología: se está estudiando para que, con el asesoramiento de Universidades e instituciones, y para las elecciones locales y exclusivamente en algunas ciudades o comunas santafesinas, en 2017 se incorpore tecnología en los dos momentos en donde tuvimos debilidades: el conteo en mesa y en la transmisión de resultados, que supere al obsoleto fax. Pero si se decide, será parcial, experimental y necesitará luego el acuerdo político necesario si se estima avanzar en ese sentido.
Para la implementación de la boleta única de papel a nivel nacional, los tiempos son todavía posibles. El diseño de la boleta puede ser el de Santa Fe, el que hasta ahora tuvo Córdoba o una conjunción de ambos: es una cuestión antes que técnica, política, pero todas estas alternativas suponen un salto cualitativo frente al sistema actual.
Digo que en apariencia abroqueló a la oposición porque, desde Santa Fe, no declamamos la eliminación de las boletas múltiples sino que las abandonamos, como antes dejamos atrás la ley de lemas derogada durante el Gobierno de Jorge Obeid e incorporamos las PASO antes que en la Nación. Y en el 2011 durante el Gobierno de Hermes Binner implementamos por primera vez en el país, la boleta única de sufragio.
En Santa Fe ya cambiamos. Y no defendemos los acoples ni las colectoras ni los lemas ni las reelecciones indefinidas. Tampoco nos negamos a utilizar cierta tecnología: se está estudiando para que, con el asesoramiento de Universidades e instituciones, y para las elecciones locales y exclusivamente en algunas ciudades o comunas santafesinas, en 2017 se incorpore tecnología en los dos momentos en donde tuvimos debilidades: el conteo en mesa y en la transmisión de resultados, que supere al obsoleto fax. Pero si se decide, será parcial, experimental y necesitará luego el acuerdo político necesario si se estima avanzar en ese sentido.
Para la implementación de la boleta única de papel a nivel nacional, los tiempos son todavía posibles. El diseño de la boleta puede ser el de Santa Fe, el que hasta ahora tuvo Córdoba o una conjunción de ambos: es una cuestión antes que técnica, política, pero todas estas alternativas suponen un salto cualitativo frente al sistema actual.
En un reciente
reportaje concedido a La Capital al periodista Mauricio Maronna, el
Presidente Mauricio Macri admitió que puede ser una opción la
boleta única de papel para las elecciones del 2017. No sabemos si
fue una respuesta de ocasión o existe la intención de proponer esta
alternativa.
Si así fuere,
encontraría nuestro apoyo y la de muchas fuerzas políticas y, especialmente, de la sociedad, que sinceramente quiere cambiar la
forma de votar. No será suficiente porque quedan temas aún más
profundos, como el financiamiento de la política. Pero será un
importante avance. Dependerá del Gobierno Nacional convertir su
fracaso parlamentario en una oportunidad para cambiar.